PERMANEZCAN EN MI AMOR COMO YO
PERMANEZCO EN EL AMOR DE MI PADRE.
Iluminación: Hijos míos: ¿Quién es el mentiroso, sino aquel que niega que Jesús es
Cristo? Ése es el anticristo, porque niega al Padre y al Hijo. Nadie que niegue
al Hijo posee al Padre; pero quien reconoce al Hijo, posee también al Padre. (1 Juan 2,
22,ss)
Todo el que está en Cristo es una Nueva Creación. (cfr 2 Cor 5, 17)
Por la fe y el bautismo entramos en unión con el
Padre, por el Hijo en el Espíritu Santo. Estamos incorporados y revestidos de
Cristo que es Luz, Amor, Verdad y Vida (Gál 3, 26; Jn 8, 12; Jn 14, 6) El que
escucha la Palabra y la obedece nace de Dios que es Amor y Perdón. (Jn 3, 1- 5)
Quien ama permanece en el Amor, guarda los Mandamientos y guarda su Palabra (Jn
14, 21- 23; 15, 7-9) El que dice que conoce a Dios y ama a Dios, pero no guarda
los Mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en él, (1 de Jn 2, 3-4)
La Fe católica es Trinitaria.
Creemos que
el Padre es Dios. que el Hijo es Dios y que el Espíritu Santo es Dios, pero no
son tres dioses, sino uno solo que se manifiesta en Tres Personas, iguales en
dignidad, en poder, en santidad. Recibimos el bautismo en el Nombre de las tres
personas, según el mandato del mismo Jesús resucitado: Id, pues, y
haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he
mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del
mundo.» (Mt 28, 19- 20) Y nuestros ´pecados son perdonados en el Nombre de las
tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Pero,
nuestra fe católica es sobre todo “Cristo céntrica”.
Porque ha sido la segunda
persona de la Trinidad la que se hizo hombre para salvarnos: “El Verbo se hizo
carne y habitó entre nosotros” (Jn 1, 14) Vino a traernos la Vida, el Amor, la
verdad, el Perdón, la Santidad de Dios (Jn 10, 10) Vino a traernos a Dios. Al Espíritu
Santo del Padre para realizar la Obra redentora y salvadora en favor de todos
los hombres: “Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo,
nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo
la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva. La prueba de que sois
hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que
clama: ¡Abbá, Padre!” (Gál 4, 4- 6)
Nuestra fe
católica es Neomatológica.
Jesús es Ungido con el
Espíritu Santo para ser el Mesías de Dios. Todo lo que Jesús dice y hace lo
hace por medio del Espíritu Santo que habita en él, lo guía, lo conduce y lo
lleva a ser la Víctima suave y agradable a Dios en favor de todos. La Obra del Espíritu
es hacer que el mundo crea en Jesús para que creyendo se salve. El que crea en
Jesús y se convierta se salva (Mc 16, 16) En efecto, todos los que son guiados
por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Pues no recibisteis un espíritu de
esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibisteis un espíritu de hijos
adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! El Espíritu mismo se une a
nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si hijos,
también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos
con él, para ser también con él glorificados. (Rm 8, 14- 17)
Nuestra Fe
católica es también Mariana.
Porque el Verbo se encarnó de
María la Virgen para hacerse hombre: es Dios verdadero y hombre verdadero,
engendrado no creado, de la misma naturaleza del Padre. María es la Madre de
Jesús que es Emmanuel, que es Cristo y que es Dios (Mt 1, 23; Lc 1, 43; Rm 9, 5)
El que era rico se hizo pobre en el seno de María (cfr 2 de Cor 8, 9) La Virgen
oferente que dijo: «He aquí la esclava del
Señor; hágase en mí según tu palabra.» (Lc 1, 38) Y el Verbo se hizo hombre
y habitó entre nosotros (Jn 1, 14).
Nuestra Fe católica es Eclesiológica.
La fe es Vida, es
Luz, es Poder, es Amor, es un Alguien que se llama Jesús. Que por la fe habita
en nuestros corazones (Ef 3, 17) La Fe es solamente Una. La Fe que estaba en
Jesús, en María y en los Apóstoles es la misma que llena los corazones de la
Iglesia abierta a la Voluntad de Dios. Tiene fe el que hace la Voluntad de Dios
que quiere que seamos santos y que caminemos en su Reino (cfr Mt 6, 9- 12) “Un solo
Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está
sobre todos, por todos y en todos”. (Ef 4, 5- 6)
Nuestra Fe
católica es también Pascual.
La fe nace
con la escucha de la Palabra de Dios (Rm 10, 17) La fe es Luz que ilumina las
tinieblas de nuestro corazón para que reconozcamos nuestros pecados, nos
arrepintamos, hagamos el propósito de enmienda y entremos por a Puerta
Estrecha, Cristo Crucificado y recibamos los frutos de la redención de Cristo:
el perdón, la paz la resurrección y el don del Espíritu Santo. (Jn 16, 8- 10; Mt
7, 13- 14; Rm 4, 25). Es Pascual porque pasamos de las tinieblas a la Luz ( Ef
5, 7-9) Del pecado a la Gracia (Ef 2, 4- 6) De la esclavitud a la libertad (Gál
5, 1. 13) De la aridez a las aguas vivas (Hn 7, 37- 38).
La Fe católica
es Antropológica.
Nos hace ser
hombres nuevos y mujeres nuevas, igual que Cristo resucitado el Hombre Nuevo: Pero
no es éste el Cristo que vosotros habéis aprendido, si es que habéis oído
hablar de él y en él habéis sido enseñados conforme a la verdad de Jesús a
despojaros, en cuanto a vuestra vida anterior, del hombre viejo que se corrompe
siguiendo la seducción de las concupiscencias, a renovar el espíritu de vuestra
mente, y a revestiros del Hombre Nuevo, creado según Dios, en la justicia y
santidad de la verdad. (Ef 4, 20- 24)
El hombre nuevo no está
hecho, sino que está haciéndose en Cristo, en la medida que confíe, lo
obedezca, lo ame y lo siga: “Y esto, teniendo en cuenta el momento en que
vivimos. Porque es ya hora de levantaros del sueño; que la salvación está más
cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada. El día se
avecina. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de
las armas de la luz. Como en pleno día, procedamos con decoro: nada de
comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y
envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la
carne para satisfacer sus concupiscencias”. (Rm 13, 11- 14)
“La gloria de
mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos. Como el Padre me
amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor. Si guardáis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de
mi Padre, y permanezco en su amor”. (Jn 15, 8- 10).
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